Clara Obligado. La hija de Marx




“¿Por qué iba a ser pecado abandonarse al propio corazón? Es cuando uno ya no puede amar cuando debería llorar por sí mismo y abochornarse por haber dejado extinguir el fuego sagrado” (refiere a George Sand).
Excelente narrativa, sin duda. De un erotismo escandaloso o no, según quien lea. Son frecuentes los cantos al onanismo, ayudado por artilugios históricos, descritos como “muy bellos y antiguos: los hay japoneses de marfil, de ajado terciopelo rosa, orientales, de cristal veneciano“; artilugios estos heredados por Nat, hija de Annushka, hija a su vez de Natalia Pretrovna y Karl Marx. La sexualidad se narra desde una percepción femenina, por boca de mujeres que anticipan un nuevo tiempo en que no esconden sus necesidades, no tanto del hecho cuanto de la forma. Sin embargo, la educación sexual de la protagonista, Annushka, proviene de los bizarros (o inmorales) métodos de un hombre, Ivan Dolgorurov (Papesha): “Lo que constituye adulterio no son las horas que la mujer dedica a su amante, sino la noche que luego pasa en brazos de su marido”(cita de nuevo a George Sand).

Hay escenas de un grotesco que puede incomodar, al gemido “matushka”, cuando las licenciosas criadas inician prematuramente al joven Nikolai. Artes amatorias que se resuelven con momentos de coitolalia, excentricidades (noche de gastronomía en negro)… tras el erotismo, o junto a este, pues en extremo, son caras de la misma moneda, el germen del comunismo y del fascismo, la caída de las aristocracias. Tiempos turbulentos que ponen en la cama de personajes que llegan a ser queridos a jóvenes cuyo odio y miseria les conduce a detestar no solo a los judíos: un ruso aristócrata depravado y adinerado no puede ser más que un alemán.. y esa revelación proviene de un rechazo sádico. Entiendo pues que el fascismo es hermano de la depravación y surge de pactos sin códigos éticos. El erotismo es la esencia del deseo; la violencia sexual en cambio, marca el territorio donde urge el límite a la vejación, la humillación, el odio. Ingredientes, todos ellos, que concurrieron en el fascismo. 

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