Brenda Navarro. Ceniza en la boca

En los últimos tiempos estoy viendo a las voces americanas del centro-sur canular las venas abiertas donde se desterritorializan las expectativas e incluso el propio concepto de prosperidad, se desnudan las maldiciones e idealizaciones domésticas, como en Mandíbula, de Mónica Ojeda, que hace zoom en las fauces de las madres cocodrilo. “¿Ahora ya entiendes que lo peor no es la muerte o te vas a esperar a desaparecer para saberlo?” es la gran pregunta que se plantea en la obra de Brenda Navarro, y posiblemente la cuestión que le confiere una dimensión de lo político en medio de la narración de vidas comunes. Elegir entre el cuidado o el autocuidado para el cuidado, entre jugársela a no ser ideales pero sí resistentes, como la madre de la narradora sin nombre de Ceniza en la boca. “Todas quieren ser más y ni siquiera saben ser menos”, se dice ella, que quiere y no quiere ser como las primas comunitarias que salen de México y que se arropan para sobrevivir en las grandes ciudades ...