Ricardo Silva Romero. Zoológico humano

 



Zoológico humano nos ofrece una cosmo mirada que va focalizando las transescenas particulares de la vida. Un viaje a la duda entre abundantes referencias históricas y literarias, pero tomadas como por azar, pues creo que trata de mostrar, más bien, la repetición antes que la diferencia. «¿Armar recorridos por el Tibet de 2050, por la Nueva York de 1982, por la Luna de 1972, por el valle del Somme de 1916, por el París de 1851, por la Lisboa de 1755, por la Santa Fe de Bogotá de 1687?».

Es sobre todo, una novela de la muerte, sin sangre, como toda la violencia que se denuncia. Tras una narrativa aparentemente cotidiana queda en entredicho el sentido de nuestras vidas paródicas y el reto a interpretarnos como cómicos o dramáticos, a la altura de nuestro talento dramatúrgico. ¿Estás listo para morir? ¿Pero está valiendo la pena vivir?, pregunta un ángel o un demonio antes del juicio. Destaco de la novela la exótica esencia de los seis personajes principales y cómo van calando en una inverosimilitud comparable a la de la propia vida. Una selección de metáforas humanas caracterizadas en estos personajes de apariencia y experiencia poco comunes, pero que irradian humanidad. Esos personajes se encuentran en la muerte. Y en tanto experiencia inenarrable en ese estrado, son invitados a regresar a la vida y a dar cuenta del cumplimiento de los presagios y de lo irresuelto. La muerte horizontal, si de quiere, donde se humanizan lo mítico y lo prosaico. Mapa del sentido y del absurdo en el gran espectáculo de la vida y de sus trasescenas de resistencia a los apocalipsis. Mapa que permitiría una antología parcial, como toda antología, de cierto cine, de ciertos estilos musicales, de cierta literatura. Y entre esos clásicos algunos entrañables guiños, como el niño que pregunta por qué Leia no lleva por dentro la fuerza si es la hermana de Luke, mientras se explica en qué consiste el Síndrome de Bouillabaisse, es decir, el de la gente que se la pasa diciéndole a la gente lo que piensa… Y me planteo, a raíz de esa reflexión, si ese síndrome no será el de todo escritor o escritora.
El tiempo del relato abarca, así, todos los tiempos posibles porque los hilos de la historia no vienen dados por el dato, sino por el vínculo común que es la muerte. El infierno en la tierra, los zoológicos humanos, las narradoras amordazadas por los miedos, la deserción que diacrónicamente se lee valentía (“ganar no es matar”). “El infierno son los remordimientos”, clamaría el sepulturero Nuno Cardoso.
Por momentos es una novela que se adentra en el ensayo, especialmente cuando bucea por la Francia de Víctor Hugo y los Dumas y aparece ese personaje que busca refugio en la familia del escritor Kardec. Tras la figura de la señorita Lanoire se oculta a la impostora de la escritora y médium Muriel Blanc, a quien creen ahogada en el río y que había trabajado en los talleres de Dumas y al servicio literario de Víctor Hugo. La vida en la tierra es un testimonio. Y con todo, un no quererse ir todavía de quienes no pueden afirmar estar preparados para acompañar a Caronte. El escritor como médium entre las voces y tópicos de humanidad de todos los tiempos, de modo que las acotaciones temporales son meros ejemplos que nos permiten ubicar a quienes quieran entender o visitar los entresijos de lo que hemos venido siendo. Esos infiernos que concluyen con cantos contraapocaalípticos que claman que un “no era el fin del mundo, sino el fin del miedo”, mientras se retrata algún que otro episodio de la ingente historia de la tortura.
Un personaje fascinante, Li Chen, la profesora de literatura que da cuenta, tras su regreso de la muerte, de una lengua inexplicable que únicamente hablan los muertos. Los profesores serán, hacia mitad del siglo XXI, encerrados en zoológicos porque estarán en vías de extinción. La profesora Chin es condenada a vivir en una jaula. Ha sido expuesta como un animal en el zoológico humano como una suerte de Sherezade sin propósito, o peor aún, con un propósito ajeno, no elegido: narrar interminablemente las historias de la Historia. Su espectacular rebelión contra esa vida especulada será caricaturizarla. Li reinventa el teatro para defenderse, y con su interpretación devalúa aquello por lo que la encierran. Si la literatura no sabe de cadenas, interpreto, qué mejor que sea ella quien la mancille hasta el histrionismo, antes que convertirla en una ventana cualquiera del mundo. Para mostrarle a su verdugo “que ella no era una mariposa disecada y recordarle que hay que nacer y hay que morir -y hay que descubrir que lo que llaman morir es nacer-para ser un ser humano. Claro que este escaparate de Facebook no anda lejos, como el propio relato sugiere, que es una de las tantas caras de esa tendencia zoológica, en la peor de sus acepciones. Si bien, por otra parte, en estas redes “patéticas y tiernas, están las pruebas de que todo el mundo es raro y el que llame raro a otro es un imbécil”. En el momento de su revancha liberadora, surge un alarido de memoria y palabras que marcará el fin de su tiempo pero el comienzo de su libertad. ¿Y si eligiéramos, como Li Chen, es decir, como el autor R. Silva, en el torbellino de oralidad, qué obras evocaríamos al final de nuestro tiempo? ¿Cuántos relatos de su nómina incluiríamos en la nuestra o qué le agregaríamos en medio de ese apocalipsis de que todos los tiempos eran, simultáneamente, el mejor y el peor de los tiempos? Cuando Li Chen enfrenta verbalmente al verdugo “jetsunkhan”, con minúsculas, en tanto humanoide y creo también que por puñetero, comienza gritando: «Pasen, damas y caballeros, pasen». Y aquella adorada pieza de museo gana todo valor cuando remite a sus maestros con una voz que todos parecían haber escuchado, pero que acaso no podían identificar porque entiendo que es metáfora de la voz única de la literatura y también del horror: la palabra reencarnada en sí misma. ¿Qué obras? «Pasen, damas y caballeros, pasen»: Fenómenos de circo, El museo de las cosas extraordinarias, Mr. Vértigo, The Prestige, Alicia en el País de las Maravillas, El mago de Oz, Harry Potter, las desventuras de Pinocho, Anna Karenina, El cuento de la criada, Tenemos que hablar de Kevin... «Pasen, damas y caballeros, pasen»… Las cenizas de Angela, Retrato del artista adolescente, Reencuentro, Pobby y Dingan, Oliver Twist, Las aventuras de Huckleberry Finn, Peter Pan, Jardín de cemento, Charlie y la fábrica de chocolates, Donde viven los monstruos, El guardián entre el centeno, El señor de las moscas, Grandes esperanzas, El curioso incidente del perro a medianoche, Mujercitas, Hambre … «Pasen, damas y caballeros, pasen». Romeo y Julieta, A vuestro gusto, Orgullo y prejuicio, Las relaciones peligrosas, Sobre héroes y tumbas, Lo que el viento se llevó, Cumbres borrascosas, Un amor de Swann, El gran Gatsby, El amor en los tiempos del cólera, La edad de la inocencia, Madame Bovary, Los miserables, Ivanhoe, El padrino, El conde de Montecristo, El Gatopardo, La feria de las vanidades, El retrato de una dama, El extranjero, A sangre fría, Matar a un ruiseñor, El hombre invisible, Crimen y castigo, la Ilíada, Guerra y paz, El proceso, La conjura contra América, Yo, Claudio, Decamerón, Doctor Zhivago, Bajo el volcán, Austerlitz, La peste, El país de las últimas cosas, La carretera, La guerra de los mundos. «Pasen, damas y caballeros, pasen». Y habló de todo ello Li Chen «para forzar la pregunta de cómo diablos hemos hecho para seguir acabando con el mundo si todo el tiempo es el fin de los tiempos». E invitó a los viajes al centro de la Tierra de Pedro Páramo, de Cándido, de la Odisea, de Moby Dick, de El corazón de las tinieblas, de Veinte mil leguas de viaje submarino, de La isla del tesoro, de Robinson Crusoe. Y digo que hay que amar mucho a la literatura para leer estos listados, pero sigo… Tres hermanas, Desayuno en Tiffanys, La insoportable levedad del ser, El Día de la Independencia, Catedral, Traición, Herzog, La conjura de los necios, El retrato de Dorian Gray, Casa de muñecas, El pato salvaje, Un tranvía llamado Deseo, El Aleph, Las brujas de Salem, Frankenstein, Adiós a las armas, Sin novedad en el frente, 1984, Trampa 22, Matadero cinco, Fausto, Doctor Fausto, Antígona, Edipo rey, El viejo y el mar, La señora Dalloway y Toda pasión concluida, Ficciones, El nombre de la rosa, Don Quijote de la Mancha, El maestro y Margarita, La historia de la humanidad contada por un gato. «Pasen, damas y caballeros, pasen». «Y en los primeros minutos de la noche, cuando ya sólo le quedaba un sorbo de agua en el vaso del día, iglup!, se puso de pie y metió la cara entre las rejas para contar su propio viaje […] citó las historias de Dante, de Odiseo, de Orfeo, de Eneas, de Er. Dejó en claro que de ninguna manera había sido ella la única que había viajado por el más allá. Reconoció El libro tibetano de los muertos como la fuente en donde podía hallarse-y advertirse y prepararse lo que le sucedió. Y a manera de epílogo, de coletazo, narró la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo, el profeta de Occidente, para darse el gusto de decir que el hijo del Dios de aquellos volvió del más allá y vivió lejos de todos y de todo hasta volverse el carpintero viejo que fue para honrar a su padre adoptivo».
No voy a revelar más que este poquito de este libro largo pero generoso.

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